La Revolución Electrónica asume que todo será mejor una vez que se cambie a la tecnología digital. En el caso de la televisión, su evolución no es la excepción, se pretende cambiar de la tecnología analógica a la digital. La televisión digital es la transmisión al público de programación vía una señal digital (paquetes de ceros y unos) que al llegar al equipo terminal (televisión digital) lo convierte nuevamente en programa de televisión. La digitalización tiene beneficios al (1) mejorar la calidad del audio y video, (2) comprimir las señales por lo cual utiliza menos capacidad del medio de transmisión, (3) brindar flexibilidad para que el televidente pueda ver programas pasados en el momento que lo desee, y (4) posibilitar la prestación de nuevos servicios a través de la televisión digital como de datos, teletexto, audiotexto, de lectura para la discapacidad visual, entre otros.
Al surgir la televisión digital, se dio una guerra por la adopción de estándares mundiales. El ganador de la férrea lucha terminaría no sólo por imponer su estándar tecnológico, sino por generar un mercado para la venta de sus equipos. La mayoría de los países han decidido por el estándar europeo. En México se optó por el de E.U.A. porque se comparte el espectro radioeléctrico en la frontera norte.
La Secretaría de Comunicaciones y Transportes definió la política de la televisión digital terrestre estableciendo un periodo para que los concesionarios de televisión abierta fueran migrando gradualmente de la tecnología analógica a la digital. Para ello y conforme a la práctica internacional, otorgó canales adicionales o “espejo” para que durante dicha transición y en tanto la población fuera adquiriendo televisores digitales, los concesionarios pudieran continuar con el servicio de televisión abierta en señales analógicas. A manera de ejemplo, de acuerdo con el propio calendario y cifras del INEGI, para 2009 se estima debiera haber televisión digital en Puebla, en el 2012 en Mérida y en el 2015 en Oaxaca.
Ahora bien, parecería que la televisión digital es una maravilla. Pero surgen varias fundadas interrogantes. Los medios comunitarios o públicos (p. ej., el Canal Once) para digitalizarse, ¿tendrán recursos suficientes como los que tienen las televisoras comerciales? ¿Se justifica para los televidentes tener que adquirir un nuevo televisor para ver y escuchar un poco mejor la televisión? Más aún si se considera que en muchas ciudades las señales de televisión abierta son tan débiles que la programación aparece distorsionada, por lo que se tiene de cualquier manera que contratar televisión de paga para poder ver los canales que debieran ser gratuitos. ¿Cambiaría esto con la televisión digital? Creo que no.
Como ciudadanos quizá sería más importante que se fomentara la existencia de mayor número de prestadores de radiodifusión para dar lugar a una verdadera pluralidad informativa o bien que fuera una demanda de Estado el que la calidad de los programas se mejorara (¡y bien que hace falta!). Ello sin perder de vista que si la digitalización permite que se incluya en las transmisiones televisivas subtitulaje (close caption) para favorecer el derecho a la comunicación de personas con discapacidad auditiva y apoyar a la alfabetización, entonces debiera ser obligatorio que los programas tuvieran subtitulaje.
La digitalización no da margen para negarse a implementarla. Lo importante es aprovechar los avances tecnológicos en toda su dimensión y no sólo para beneficio de los concesionarios. En este sentido, la transición a la televisión digital puede presentarse como una oportunidad de incrementar la pluralidad informativa, mejorar el contenido de sus programas, establecer esquemas para que el público pueda adquirir televisores digitales a precios asequibles y para adoptar las funcionalidades que eliminen las barreras de acceso a la información radiodifundida por parte de personas con discapacidad.
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