Benito Juárez, prócer de la historia de la República Mexicana, también jugó un rol importante para el desarrollo de las telecomunicaciones. Regresémonos en el tiempo al siglo XIX cuando se otorga la primera concesión de comunicaciones a distancia a Juan de la Granja en 1849 para instalar telégrafos eléctricos. Los telégrafos fueron instrumento clave para liberales y conservadores en las guerras intestinas, así como ante la ocupación francesa.
Ignacio Zaragoza envío, por ejemplo, un telegrama al Presidente Benito Juárez respecto a la batalla del 5 de Mayo de 1862 diciendo: “Las armas del Supremo Gobierno se han cubierto de gloria; el enemigo ha hecho esfuerzos supremos por apoderarse del Cerro de Guadalupe que atacó por el oriente a derecha e izquierda durante tres horas, fue rechazado tres veces en completa dispersión y en estos momentos está formado en batalla fuerte de 4,000 hombres y pico frente al cerro fuera de tiro; no lo bato como desearía porque el Gobierno sabe no tengo para ello fuerza bastante…” (Telecom. Telégrafos).
Maximiliano de Habsburgo reconociendo la importancia del telégrafo, expidió una ley y reglamento sobre telégrafos en 1865, y otorgó concesiones a particulares. Al caer Maximiliano, siendo Presidente Juárez se intervino en 1867 la línea telegráfica del interior para convertirla en el sistema de telégrafos públicos nacionales bajo la denominación de Líneas Telegráficas del Supremo Gobierno (García Benavides). El primer enlace telefónico se efectuó en 1878 entre las oficinas de correos de la ciudad de México y la de la población de Tlalpan. La primera línea telefónica fue instalada entre el Castillo de Chapultepec y el Palacio Nacional el 16 de septiembre de ese mismo año. La novedad e importancia del teléfono fue tal que se construyó un salón para el teléfono que hoy se puede visitar en el Castillo de Chapultepec.
El servicio telefónico inicia con una elevada competencia entre particulares que instalan sus compañías en sus poblaciones. Las más destacadas por su tamaño y alcance fueron la Compañía Telefónica Mexicana (La Mexicana) del grupo Bell de EUA y la Empresa de Teléfonos Ericsson, S.A. (Mexeric) filial del grupo Ericsson de Suecia. La Mexicana y Mexeric no estaban interconectadas y cada una tenía su propia numeración, una con letras y números y otra sólo con números. Así que se requería contar con un teléfono de cada compañía para poderse comunicar con los que tenían teléfono. Ninguna de las leyes de vías generales de comunicación de 1931, de 1932 y de 1940 lograron que se interconectaran.
Para 1947 se constituyó Teléfonos de México, S.A. quien recibió los bienes de Mexeric y posteriormente fusionó a La Mexicana. La unificación de los sistemas telefónicos fue en 1948 ante la presencia del Presidente Miguel Alemán. En la actualidad la interconexión de redes sigue siendo un desafío para la Comisión Federal de Telecomunicaciones, porque a pesar de que la ley prevé la revocación de la concesión de un concesionario que se niegue a interconectar, en la práctica esa disposición legal ni siquiera inhibe ese comportamiento. Quizá piensen que si en el siglo pasado se tardó la interconexión tantas décadas, ¿cuál es la prisa ahora?
Las tarifas antes de la Ley Federal de Telecomunicaciones, se determinaban conforme a unas bases que “no sólo circunscriben el margen de lucro a los límites hasta los cuales el propio Estado lo considera lícito y honesto, sino que tienden a garantizar, científicamente, el ingreso indispensable para la subsistencia y eficacia de los mismos servicios…pues salta a la vista lo antieconómico e inconveniente del libre juego de los intereses privados en tratándose de servicios públicos” (Diarios de los Debates, Diputados). ¡Qué distancia con lo de hoy! Algunas tarifas de servicios de celular o de mensajes de texto (SMS) exceden por mucho un margen de lucro razonable, que refleja lo lejos que estamos de un mercado en competencia y el parecido con uno oligopólico de concertación tácita de tarifas.
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