Las telecomunicaciones, las tecnologías de la información y el Internet por sí mismos no son buenos, ni malos, sino que el ser humano es quien los pone al servicio de la sociedad o del crimen. El Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad que el Presidente Felipe Calderón presentó la semana pasada tiene aspectos positivos, otros parecieran más un elemento simbólico en el combate a la delincuencia como el “registro, establecimiento y acceso a bases de datos de los equipos de telefonía móvil y fija” (punto VII).
Los problemas permanentes y sistémicos en México son la corrupción y la impunidad. Muchas veces estos términos se emplean conjuntamente como si fueran uno mismo, pero la diferenciación es importante. La corrupción implica que los servidores públicos no cumplen con sus obligaciones y violan las leyes, aprovechando el cargo para su beneficio ya sea recibiendo un soborno en efectivo, en especie o en espera de favores futuros. Para que esto se dé, del otro lado está un particular que otorga el soborno al servidor público. Tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata. El ser humano es susceptible de ser corrupto y en todos los países existe corrupción en mayor o menor medida.
La impunidad se refiere a la actuación ilegal sin consecuencia alguna. Es decir, cuando una conducta a pesar de ser sancionada por las leyes, no recibe castigo o el castigo sólo es para algunos, entonces hay impunidad y no hay Estado de Derecho. Si en México no existiera impunidad, la corrupción automáticamente se reduciría. Pero en México, país sin consecuencias, la impunidad aviva el fuego de la corrupción que está asfixiando a nuestra sociedad. Si no se elimina la impunidad, ningún sistema, ninguna tecnología, podrá reducir la inseguridad en la que vivimos.
La Comisión Federal de Telecomunicaciones propuso un registro de usuarios de telefonía que “permitiría identificar en todo momento a cada uno de los adquirientes del servicio y su dirección física”. Cuando hay un secuestro, ¿llamarán los delincuentes con su celular? ¡Por supuesto que no! Hoy día, sin el Registro de Usuarios de Telefonía, los secuestradores ocupan el celular de la víctima o uno robado, entonces ¿para qué el Registro? Quizá lo quieran para saber el domicilio de la víctima del secuestro o de la víctima dueña del celular robado. ¿Este Registro combatirá a la delincuencia? No.
El Registro sería para las líneas telefónicas, fijas y móviles, que tienen números como las de los concesionarios Telmex, Maxcom, Telcel, Movistar, Axtel, Iusacell, etc. Pero en la actualidad se pueden realizar llamadas a través de Internet sin necesidad de número telefónico. ¿No se han dado cuenta de esto las autoridades? ¿O estarán pensando en un futuro implementar también un registro para los usuarios de Internet, los proveedores de servicios de Internet, los cafés Internet, etcétera? El Registro equivale a una aspirina cuando nuestro país sufre de pulmonía avanzada. México requiere que se combata la corrupción y la impunidad. El Registro no sirve para eso. Entonces, ¿será que la creación del Registro es sólo para dar una sensación de confort a la sociedad?
Los concesionarios de telefonía estarían obligados a recabar la información de sus usuarios nuevos. Cofetel propone que a los usuarios existentes de los cuales las empresas carezcan de información, se les conceda un plazo para ir a dar su nombre, domicilio, etcétera, “en la inteligencia de que, vencido el plazo sin que se les hubiere proporcionado la información, deberán suspender el servicio”. ¿Es proporcional esta medida? ¿Se justifica privar de un servicio básico de telecomunicaciones a los usuarios por no ir a dar sus datos a un Registro cuya utilidad es cuestionable? Además, ¿cuáles serán las medidas para proteger el derecho a la privacidad de los usuarios? No sabemos. Lo que sí es que el Registro de Usuarios de Telefonía podrá servir para otras cosas, pero no es eficaz para combatir la delincuencia.
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