Nadie supo en realidad quién tuvo la culpa del escándalo en que se convirtió el apagón analógico en Tijuana que más que prueba piloto se convirtió en conejillo de indias, pero como en este país siempre hay que encontrar un culpable –igual que en Julia en Recuerdos del Porvenir de E. Garro- en este caso fue la Comisión Federal de Telecomunicaciones. El caudal de recursos necesarios para que el Instituto Federal de Telecomunicaciones próximo a crearse logre el apagón analógico es inmenso. Los partidarios de realizar lo más pronto el apagón analógico en aras de la competencia argumentan que, de no acelarse la transición de la televisión digital, nadie estará interesado en participar en las licitaciones de la tercera y cuarta “cadena” de televisión. ¿Será cierto o será otro de los mitos sobre los cuales sobrevive este país y justifica políticas importadas?
La tercera y la cuarta cadena de por sí enfrentarían retos y exigencias de inversión en captial cuantiosas, si no existe una audiencia suficiente ¿qué anunciante querrá aparecer en sus pantallas? Suena bastante lógica esa proposición, sin embargo, es probable que no sea lo suficiente para desincentivar a los grupos corporativos potencialmente interesados de acuerdo con Andrés Coello que son América Móvil, Imagen, Fintech, Efekto Noticias, John Malone, Milenio, Manuel Arrollo, El Universal y Radiocentro. Recuérdese que la utilidad para un grupo empresarial es mucho más que la ganancia de pesos y centavos. Los medios de comunicación y sobretodo la televisión son un instrumento de influencia política nada despreciable, aun cuando fuera deficitaria su operación en los primeros años. Entonces, ¿realmente el realizar el apagón analógico en tiempos acordes con la penetración de televisores digitales es un factor suficiente para hacer que fracase la licitación de cadenas de televisión? No.
Otra razón que se escucha constantemente para acelerar el apagón analógico es que con ello habrá más competencia en la televisión y habrá la posibilidad de más programas para el público. Pues lamento decirle apreciable lector, que eso, en nada cambiará la ausencia de pluralidad en México. ¿De qué sirven 3, 4 ó 10 “cadenas” de televisión si en todas la barra programática es similar por su calidad deficiente, que refuerza los estereotipos discriminatorios y se aprovecha de la necesidad de la población? De nada. Y si con la televisión digital Televisa y TV Azteca pueden pasar 3 telenovelas simultáneas, ¿en qué contribuyó a la pluralidad? En nada. Si los que alzan la voz a favor de que se realice el apagón analógico rápido cueste lo que cueste se interesaran en la pluralidad y no sólo en la competencia, encauzarían sus energías a buscar que en la ley reglamentaria que se expida, se exija que las televisoras destinen al menos el 10% de su presupuesto a adquirir producción independiente al estilo de la Unión Europea.
Se dice que el apagón analógico es necesario para desocupar la banda de 700 MHz y a través de ésta prestar servicios de banda ancha. Perdón, pero los que eso expresan, ¿pensaron que nuestra realidad era la de EUA donde sí había saturación de la banda de 700 MHz y el apagón analógico era el único medio de recuperar ese espectro? Porque hoy día sin necesidad de apagón analógico, se podría aprovechar la banda de 700 MHz debido a que en México existen menos de 3 decenas de estaciones de televisión en todo el territorio nacional, es decir, no es nada y esas estaciones pueden trasladarse a una banda más baja con la finalidad de aprovechar aquí y ahora la banda de 700 MHz. No estoy en contra de la transición a la televisión digital en México, pero sí con la prioridad asignada a ésta y con los recursos a invertirse.
Corolario. La Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucional una reforma promovida por el Gobernador Javier Duarte de Ochoa al Código Penal de Veracruz que violentaba la libertad de expresión. En Veracruz, tierra de mis ancestros, se sufren los peores embates a la libertad de expresión que le han costado la vida a muchos comunicadores entre ellos a Regina Martínez de la revista Proceso. Si el gobierno de Veracruz no fuera culpable por acción, sí lo es por omisión tal como lo dijo José Martí “Contemplar un crimen en silencio, es cometerlo”.
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