“Si la Constitución no es compatible con la Ley de Radio y Televisión, lo que hay que cambiar es la Constitución… hay que revisar la Constitución para que nos permita estar a la par con el mundo porque son tendencias internacionales”, señaló Héctor Osuna, Presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Reforma) a raíz de la resolución de la Suprema Corte que declaró inconstitucionales los aspectos medulares de la llamada Ley Televisa. Siguiendo el argumento del Presidente de la Cofetel, la Constitución sería un medio para justificar cualquier cosa, así fuera tiránica. Recuérdese que la Constitución es un pacto político donde se establecen los derechos fundamentales y los principios para un régimen democrático, algunos de los cuales fueron quebrantados por la Ley Televisa.
La Constitución Política por haberse expedido en 1917 no implica que haya perdido vigencia, ni que se requiera modificar so pretexto de la modernidad. La Constitución tiene principios que han sido aplicables desde las primeras constituciones del México independiente y –mientras tengamos un régimen democrático-, seguirán siendo vigentes a través de los tiempos como son los de la igualdad, seguridad jurídica, rectoría del Estado, el de evitar fenómenos de concentración, de garantizar la libertad de expresión y el derecho a la información.
Para los que creen que para la convergencia y evolución tecnológica se requieren cambios a la Constitución porque ésta es de 1917, comparémosla con la Constitución de E.U.A. de 1789 que solamente ha tenido 27 enmiendas y ha permitido todo avance económico y técnico. Quizá más bien sea que los legisladores de allá al expedir leyes en verdad respetan los principios que ella enarbola y que no difieren en esencia con los de nuestra Constitución. ¿Imagina usted a un senador o alto funcionario de E.U.A. pidiendo reformas a su Constitución sin argumentos de fondo? Yo no, porque allá existe un respeto y una cultura constitucional. En México ha sido costumbre modificar la Constitución para lo que fuera, por eso a esta fecha ha habido 444 reformas a artículos constitucionales y no es lejano cuando nuestra Constitución fue instrumento de dominación corporativista y clientelar. En vez de buscar cambiarla, respetémosla.
Felizmente esta semana se anunció que la Universidad Nacional Autónoma de México tendrá su canal de televisión abierta y previamente se había informado que el Gobierno del Distrito Federal también tendrá el suyo. Bienvenidos estos nuevos espacios para la pluralidad en nuestro país, pero no perdamos de vista que la necesidad de reformas legales para los medios sin fines de lucro sigue pendiente. El otorgamiento de decenas de permisos para estaciones de radio o televisión a instituciones públicas o gobiernos locales no cumple con la tarea pendiente para que estos medios tengan un marco jurídico que asegure su existencia y permanencia. Además los canales de la UNAM y del D.F. tienen una función y alcance particular, no obstante, existen otros medios sin fines de lucro como la radio comunitaria de Jen Poj de los habitantes de la sierra Mixe de Oaxaca.
No habría que perder de vista la opinión del Presidente de la Comisión Federal de Competencia, Eduardo Pérez Motta de 28 de noviembre de 2006 quien revela que de los 44,800 millones de pesos de ingresos por publicidad en 2005, el 58% corresponde a televisión abierta de los cuales 71.2% los obtiene Grupo Televisa ($18,500 millones) y 28.2% Grupo TV Azteca ($7,327 millones). Sin embargo, hoy la legislación prohíbe a los medios sin fines de lucro obtener cualquier ingreso por publicidad. Estos medios requieren allegarse de recursos para la construcción y modernización de sus redes, sin que pierdan su naturaleza no mercantil. Están sujetos a la aprobación presupuestal de los respectivos congresos o donantes. En cualquier caso, si bien medios comerciales y sin fines de lucro tienen propósitos distintos, no puede haber una diferencia de fuentes de financiamiento tan distinta, que hacen que, en la práctica, los medios no comerciales tengan una presencia marginal hasta que se reforme la ley. Por eso, por ver un árbol no perdamos de vista el bosque.
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