Difícilmente pasa un día en la vida de los mexicanos sin que al menos pase por la mente la situación de inseguridad que se vive en la República Mexicana. La seguridad pública como aquella encargada de proteger la vida, la integridad y la propiedad de las personas, preservar la paz, el orden, las libertades y los derechos fundamentales, pareciera más lejana cada día, desvaneciéndose la esperanza de llegar a la Tierra Prometida aunque se tuviera que caminar 40 años por el desierto.
El culpar al gobierno del Presidente Felipe Calderón por la situación de inseguridad pareciera dar alivio a las personas que piensan que la inseguridad no es culpa de la ciudadanía. En realidad la seguridad, la prevención y atención de emergencias es una responsabilidad de todos, que precisa que el Presidente de la República ejerza un liderazgo inteligente y eficaz desde el sector público para el diseño e implementación de políticas públicas en las cuales las telecomunicaciones sean un instrumento esencial para la prevención, detección, respuesta, mitigación y recuperación en situaciones de seguridad y emergencia. Las telecomunicaciones en relación con la seguridad y emergencias tienen varias facetas, unas de cara frontal a la sociedad como el número telefónico de emergencia y la información a la población, otras que operan tras bambalinas como la designación y protección de infraestructura crítica y los planes de comunicaciones para situaciones de emergencia, y otras más que son eclécticas en este sentido como la ciberseguridad. En esta colaboración y la siguiente abordaremos estas facetas.
Número de emergencia. Las series de televisión estadounidenses han sido más efectivas que el Sistema Nacional de Seguridad Pública para hacer que los mexicanos conozcan el número telefónico de emergencia. El problema es que los mexicanos conocen más el 9-1-1 de EUA que el 066 de México. Éste debiera ser el primer contacto para emergencias o incidentes de seguridad, y debiera permitir que el operador que recibe la llamada pueda transferirla inmediatamente a la instancia indicada como servicios de ambulancia, bomberos, policía, atención psicológica para personas que desean suicidarse, o bien, para que el operador pueda atender directamente a la persona que está viviendo la emergencia (p. ej., instruir en primeros auxilios en tanto llega la ambulancia). El 066 debería servir para que el operador identificara la ubicación de la persona que llama, independientemente de si la llamada se estuviera realizando desde un teléfono fijo o un móvil. En el plan de banda ancha mexicano (si algún día llega a existir) la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y la Secretaría de Seguridad Pública asegurarían que se contemplara que el 066 pudiera recibir y retransmitir textos, fotos, videos y correos electrónicos con los cuales se podría conocer más a detalle la situación de emergencia para poder enviar a los cuerpos especializados. Como soñar no cuesta, podríamos los mexicanos aspirar a tener el servicio de eCall como los europeos que permite que automáticamente se realice una llamada de emergencia con información sobre la localización exacta del vehículo, cuando ocurre un accidente. Pero estamos muy lejos de ello. En México los retos para implementar el 066 van desde la coordinación entre autoridades federales y locales hasta la falta o insuficiente funcionalidad del sistema en algunos sitios para transferir llamadas a los cuerpos de emergencia de manera eficiente. La Cámara de Diputados y el Senado junto con autoridades locales y federales debieran emprender acciones efectivas, la pregunta es ¿hasta cuándo lo harán?
¿Qué hay de malo? En días pasados la Mtra. Mónica Aspe, Coordinadora de la Sociedad de la Información y el Conocimiento realizó una presentación en Bélgica en la cual abordó diversos temas de telecomunicaciones. La editorial de Hoy en telecomunicaciones realizó ciertas reflexiones muy interesantes. ¿Deliberadamente excluyó la Mtra. Aspe de su diagnóstico a la radiodifusión o no? No sabemos. Sin embargo, queda claro que un servidor público al exponer en un foro nacional o internacional, presencial o virtual, difícilmente puede desprenderse de su investidura y un diagnóstico del sector puede interpretarse con lo que se dice y con lo que se calla.
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